Ghost:
I am thy father's spirit,
Doom'd for a certain term to walk the night,
And for the day confined to fast in fires,
Till the foul crimes done in my days of nature
Are burnt and purged away. But that I am forbid
To tell the secrets of my prison-house,
I could a tale unfold whose lightest word
Would harrow up thy soul, freeze thy young blood,
Make thy two eyes, like stars, start from their spheres,
Thy knotted and combined locks to part
And each particular hair to stand on end,
Like quills upon the fretful porpentine:
But this eternal blazon must not be
To ears of flesh and blood. List, list, O, list!
If thou didst ever thy dear father love--
HAMLET:
O God!
octubre 29, 2007
octubre 28, 2007
El Crepitar
por Lautaro,
noviembre '06
Me había reconocido desde lejos, como solía hacerlo siempre. Era de noche. Yo vi su rostro dos segundos antes del encuentro. Me preguntó qué hacía por aquí, sin saber que responder le mentí. Mientras me hablaba intenté acercarme un paso más, pero ella en reacción retrocedió y me pareció que amenazaba en continuar su camino. No podía mirarme fijamente a los ojos, era como si un par de lastres colgasen de sus pupilas. Logró incomodarme, sin buscarlo, sin darse cuenta de ello. Comprensivo, busqué perder la vista en cualquier árbol. Fue ahí cuando me besó en la mejilla y de soslayo se despidió así:
- Perdí tu número de teléfono. Nos vemos.
Me reí de la situación, sentí creo pena por ella. Aliviado llegué a casa. Hacía frío. Me agaché a reavivar el fuego con un diario. Al elevarse en llamas me senté sobre un catre y comprendí. Frente a mí la leña se consumía lentamente y crujía con ferocidad, cómplice de su compañía.
noviembre '06
Me había reconocido desde lejos, como solía hacerlo siempre. Era de noche. Yo vi su rostro dos segundos antes del encuentro. Me preguntó qué hacía por aquí, sin saber que responder le mentí. Mientras me hablaba intenté acercarme un paso más, pero ella en reacción retrocedió y me pareció que amenazaba en continuar su camino. No podía mirarme fijamente a los ojos, era como si un par de lastres colgasen de sus pupilas. Logró incomodarme, sin buscarlo, sin darse cuenta de ello. Comprensivo, busqué perder la vista en cualquier árbol. Fue ahí cuando me besó en la mejilla y de soslayo se despidió así:
- Perdí tu número de teléfono. Nos vemos.
Me reí de la situación, sentí creo pena por ella. Aliviado llegué a casa. Hacía frío. Me agaché a reavivar el fuego con un diario. Al elevarse en llamas me senté sobre un catre y comprendí. Frente a mí la leña se consumía lentamente y crujía con ferocidad, cómplice de su compañía.
FIN
octubre 14, 2007
Utopía de un hombre que está cansado. J.L. Borges

- Según la tradición fueron cayendo gradualmente en desuso. Llamaban a elecciones, declaraban guerras, imponían tarifas, confiscaban fortunas, ordenaban arrestos y pretendían imponer la censura y nadie en el planeta los acataba. La prensa dejó de publicar sus colaboraciones y sus efigies. Los políticos tuvieron que buscar oficios honestos; algunos fueron buenos cómicos o buenos curanderos…”
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